Diciembre es, para los jóvenes, una época hermosa, y no
porque se pueda pasar tiempo por la familia, o por el nacimiento de cristo,
mucho menos porque la decoración sea bonita, es hermosa porque no hay que
estudiar, en cambio, hay que festejar y beber, mucho, en proporciones bíblicas
si es posible, y de eso, nuestro particul(e)ar grupo de amigos sabe mucho, o
sino pregúntele a nuestra protagonista, si, esa, la que parece que nunca se le
acabara la energía, eso porque no la ha visto bajo los efectos del ron, por eso
he vuelto, para contarles de nuestra querida Daniela, y la travesía que nos
hizo pasar.
Era sino estoy mal 28 de diciembre, o una de esas fechas en
las que no hay celebraciones sino que uno se sienta con los amigos a hablar
baba (por lo general relacionados con temas de sexo) y beber, dos cosas que
nosotros sabemos hacer a la perfección. Estábamos en el conjunto de edificios
donde viven Daniela y Luisa y dentro del repertorio, aparte de unas cuantas
cervezas teníamos una hermosa media de Ron 16 años, ah líquido engañoso, néctar
de los dioses, sí que nos ha hecho pasar las duras y las maduras. Ahora,
imaginen a 8 desocupados, sentados en una mesa desde las 5 de la tarde sin nada
que hacer, ni nada qué comer.
A eso de las 8, a alguna de nuestras dos anfitrionas
(Daniela o Luisa, no se cual porque ambas suelen tener ideas que resultan en
desastre), se le ocurrió que para acompañar lo que no era una cantidad
significativa de licor, debíamos comer galletas "Glacitas" y "Sparkies", todo
normal, pero poco a poco todos los dulces fueron desapareciendo, al parecer
culpa de una sola persona, pues todo el mundo seguía hambriento, menos quien ya
se estaba quedando dormido, ya se imaginarán quien.
La noche prosiguió y nosotros seguimos hablando a lo largo
de la misma, pero las variables comenzaron a aparecer, en el grupo hay unos que
hablan (así lo que hablen no sea lógico) más que otros, unos que molestan más
que otros y unos que tienen mucha más energía que otros y unos a los que se les
pone menos atención que a otros. Daniela, cumple con los cuatro requisitos, y
esta vez estaba muy apagada, cuando decidimos ponerle atención todavía no
sabíamos la noche que nos esperaba, solo sabíamos que esa jovencita estaba
acostada dormida sobre la mesa, como si estuviera en clase…
Al inicio todo fue alegría, no más interrupciones, no más
preguntas extrañas, no más groserías incompletas, ni siquiera referencias
sexuales extrañas, solo jóvenes normales hablando mientras su amiga rara
duerme. Pero claro, no todos se acostumbran al cambio tan rápido, ni siquiera
si el cambio es positivo. Estaba ya tarde y la lluvia vino como una señal
divina, quizá infernal, de lo que apenas empezaba, era necesario que nuestra
amiga despertara. Empezamos con lo normal, “Daniela despierta”, nada, ni medio
movimiento…
Lo hicimos varias veces y en distintos tonos y volúmenes de voz,
sin embargo nada.
Proseguimos a agitarla, empujarla, jalarla y demás cosas, también mientras la llamábamos, pero no, era como tratar de revivir a un muerto, no daba resultado. A alguien se le ocurrió que quizá era mejor idea acostarla sobre la mesa, así tal vez podíamos hacer más cosas para despertarla, ahora, el problema, es que Daniela tiene más músculo que cualquiera que lea esto, lo que la hace muy pesada, en ese momento caímos en cuenta que era obligatorio despertarla, no íbamos a ser capaces de subirla 5 pisos hasta la casa.
Pero bueno, esto se está alargando, como toda buena aventura, habrá una secuela que desarrollaremos la próxima semana, mientras tanto, vivan y disfruten de sus danielas personales, en todo grupo hay una.
-Moscú